miércoles, 27 de agosto de 2008

Porque yo?

Como no iba a ser una pasión el ciclismo para nosotros la generación que hizo el transito del Radio, la Radio Novela a la Televisión en Blanco y Negro que apenas entraba a Colombia.

En Colombia, la televisión llega el 13 de junio de 1954, durante el gobierno de Rojas Pinilla; sin embargo, los televisores eran pocos y costosos, por lo que pocas familias (tan sólo las más adineradas) estaban en capacidad de adquirir uno.

En esta misma década aparecen y se consolidan las más importantes cadenas nacionales de televisión de carácter privado, aun a pesar que la programación era de carácter público y estaba claramente influida por el gobierno.

Es en la década de los sesenta cuando se empiezan a realizar programas de entretenimiento, gracias a lo cual surgen más programadoras.

En ese entonces existían tan sólo dos canales públicos, los cuales cobraban a las programadoras una cierta cantidad para que estas pudiesen emitir su programación, cantidades que variaban dependiendo de la hora y el día en que se pretendía emitir un programa. (Dos de los programas más importantes en esa década fueron las comedias El hogar y Hechizada).

Así las cosas nosotros nos metíamos un radio en el bolsillo y con unas tapas de gaseosa a las que le poníamos vela derretida y papel de colores nos trasladábamos mentalmente a lo que los locutores describían y narraban de cada etapa, así pues con una tiza que robábamos del colegio, y sobre el muro o sardinel que separa la calle, de la zona verde del andén, pintábamos la supuesta carretera cada uno de nosotros era una ciclista, ya olvide las veces que fui Luis H Díaz, Carlos Montoya, Cochise o Rafael Antonio Niño.
Y cada uno tiraba, con un papirotazo a la tapa que debía quedar dentro de la ruta pintada, si nos salíamos estábamos pinchados y teníamos que esperar una ronda completa para poder volver a tirar.

Así recorríamos toda la cuadra, perdón toda la vuelta Colombia, el clásico de turismeros, la vuelta a la juventud etc. y así recorrimos entonces virtualmente a toda Colombia.

Imagínense en qué estado quedaban, las manos, las rodillas y la punta de los zapatos…totalmente pelados!!!

El día que la vuelta llegaba a Medellín, me compraban ropa nueva y salíamos a ver la llegada de la vuelta, era más importante que cualquier otra cosa, solo se podría comparar con la salida a ver el alumbrado en la Avenida la Playa,la procesion del Santo Sepulcro, el desfile militar del 7 de Agosto o ver el desfile de silleteros, pero el de verdad o sea el de los años 70.

Así que años después llorar escuchando la transmisión para un Alfonso Flórez Ortiz reabriendo puertas al ciclismo Colombiano en Europa, era algo de esperarse.

O que tal las madrugadas para escuchar y ver a Lucho haciéndole los crespos a Laurent Fignon.
Eso sí que fue emocionante, cualquier día terminé montado también en una bicicleta y contándoles a ustedes esta historia.